A MANERA DE PRÓLOGO

Quienes nos empecinamos en hacer literatura en estos contextos poco propicios, donde los estados tienen el deber de ocuparse de problemas mucho más acuciantes que la difusión de lo producido por su intelectualidad, obligándola así a operar, prácticamente, desde la clandestinidad, desde el más pulido de los anonimatos, no podemos dejar de agradecer al Comité Organizador del IX Encuentro de la ULEAM en Manabí, a su querido gestor, el poeta Horacio Hidrovo Peñaherrera, su coordinadora Damia Mendoza Zambrano, a la eficiente asistencia de Juan Carlos Muñoz y al pueblo ecuatoriano.
En especial a cada habitante de la región manabita.
Porque más allá de los usuales escollos, más allá de las falencias humanas, más allá de nuestras patéticas egolatrías, durante siete maravillosos días nos brindaron esta oportunidad de hacer posible la solidaridad y la esperanza. Nos ofrecieron un sitio en las filas de quienes creen que un mundo mejor es posible. Y que, si bien no tenemos, que nunca tendremos una identidad compartida, al menos conseguimos trabajar juntos en pos de una idea, de un sueño, de un destino común. A sabiendas de que comenzar a andar en pos de ese destino significa mucho más que enfrentarse a las distintas y feroces individualidades fomentadas por la aldea global.
Significa comenzar a escuchar las otras pieles, los otros ritos, las otras voces.
“El arte está lleno de balbuceos, solo unos pocos dan el grito, levantan el canto.”[1]
Por eso, aquellos que hemos tenido el extraño privilegio de ser escuchados debemos encabezar la resistencia contra los embates de esta sociedad viciada de mezquindades espirituales, desidias oficiales y urgencias económicas.
En definitiva, “uno es lo que hace para cambiar lo que es” [2] y entonces, ningún quehacer resulta más atractivo que organizar la resistencia desde la trinchera de la identidad cultural de los pueblos.
Tenemos como lema el pensamiento que Eduardo Galeano pone en labios del cineasta santafesino Fernando Birri:
Ella está en el horizonte. Yo camino dos pasos y ella retrocede dos pasos. Avanzo diez pasos y ella retrocede diez pasos más. Por más que camine se que nunca la alcanzaré. Pero para eso sirve la utopía… para caminar.
Sirva esta humilde antología como agradecimiento a la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, Ecuador, y esencia medular CONTRA EL OLVIDO.

Norma Segades - Manias
(Santa Fe-Argentina)

[1] Jorge M. Taverna Irigoyen (Presidente de la Academia Argentina de Bellas Artes)
[2]Eduardo Galeano (Escritor uruguayo)

2 comentarios:

  1. La globalización de las letras dejará de ser utópica puesto que si los poetas se unen, el sistema podrá matar sus cuerpos, podrán destruir sus libros, pero jamás conseguirán extirpar la semilla que sembraron en la mente de los que están dispuestos al cambio. Felicitaciones, poetas!

    ResponderEliminar
  2. Que hermoso trabajo, cuesta dejar de leer

    ResponderEliminar